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martes, 31 de diciembre de 2013

BUENOS PROPÓSITOS. CÓMO DEJAR DE FUMAR

Entre los buenos propósitos para el año nuevo suele figurar siempre el de abandonar el tabaco. ¿Fumas y desearías no hacerlo? Seguro que conoces a personas que lo han conseguido. Quizá lo has intentado en alguna otra ocasión sin éxito… No desesperes. Dejar de fumar es posible. Quienes se lo proponen seriamente lo consiguen, aunque a veces son necesarios varios intentos antes de abandonar definitivamente el hábito. Personalmente debo admitir que en la escala biológica, mi fuerza de voluntad viene a ser la equivalente a la de una almeja arrocera. Pues bien, si hasta un tipo como yo lo consiguió hace ya muchos años, cualquiera puede hacerlo. Sólo es cuestión de tenerlo claro, y elegir bien el momento de iniciar la deshabituación.

El punto de partida debe ser interiorizar el enorme riesgo que supone fumar. Los cigarrillos contienen alrededor de 4.000 sustancias químicas, de las que sabemos que al menos 250 son nocivas para la salud, y más de 50 son cancerígenas. Cuando todos los demás productos de consumo cumplen con la obligación de indicar sus ingredientes, en el caso del tabaco la inmensa mayoría de esas 4.000 sustancias aun permanecen ocultas al consumidor. Es lícito sospechar que algunas de ellas serán adictivas. Esta vergonzosa permisividad forma parte de la hipocresía de las autoridades políticas y sanitarias en esta materia. Es tema que daría para escribir un tratado, pero no es este el momento ni el lugar.


También es interesante, como acicate que refuerce nuestra convicción, plantearse las ventajas que conlleva el abandono del hábito:
  • La tensión arterial se normaliza sólo 20 minutos después de fumar.
  • A las 8 horas de permanecer sin fumar, la concentración de monóxido de carbono en sangre se reduce a la mitad, y la de oxígeno se normaliza.
  • 2 días sin fumar bastan para que el organismo elimine por completo la nicotina. El riesgo de ataque cardiaco comienza ya a ser menor, y empiezan a normalizarse la sensibilidad gustativa y la olfatoria. Encontrarás más sabor a los alimentos.
  • A los 3 días sin tabaco los bronquiolos pulmonares se relajan. Eso hace que nos sintamos con más energía. Podrás subir varios tramos de escalera sin fatigarte como antes.
  • En 2 semanas mejora visiblemente la circulación. Esta mejora se acentuará durante las semanas siguientes.
  • Al cabo de 3-9 meses, desaparecen la tos, las flemas matinales, los pitidos y otros ruidos respiratorios. La capacidad pulmonar aumenta nada menos que en un 10%.
  • 1 año después de abandonar el tabaco se calcula que el riesgo coronario se ha reducido a la mitad.
  • A los 5 años de abstinencia el riesgo de ictus y derrame cerebral se sitúa al mismo nivel de los no fumadores.
  • En 10 años el riesgo de padecer cáncer de pulmón es equivalente al de quienes no han fumado nunca.
  • Finalmente, transcurridos 15 años el riesgo coronario desciende hasta el nivel de los no fumadores. La limpieza se ha consumado por completo.

Es muy importante elegir bien la fecha. De preferencia será un día señalado, como el cumpleaños o algún aniversario. Muchas personas eligen el primer día del año o el día mundial sin tabaco (31 de mayo). No obstante, mucha gente deja de fumar de forma espontánea y no premeditada, por ejemplo, tras un ataque de tos o un episodio de hemoptisis. En todo caso, una vez elegido el día, hay que considerarlo inaplazable. También es fundamental dar a conocer la decisión a los familiares, amigos, compañeros… Un compromiso que se ha adquirido exclusivamente con uno mismo, es más fácil de romper.

En cuanto a los métodos, existen muchos y muy diversos: parches, chicles de nicotina, “cigarrillos” eléctricos, boquillas de mentol, fármacos de apoyo para reducir la ansiedad, e incluso métodos menos ortodoxos que van desde las oraciones a la imposición de manos. Existen también centros y profesionales especializados que desarrollan programas de deshabituación. Personalmente soy bastante escéptico ante la mayor parte de estas técnicas. Lo fundamental y a menudo lo más efectivo, es la propia convicción del fumador para dejar de serlo. En caso de que optes por alguno de los métodos mencionados o por otro cualquiera, te aconsejo dos detalles:
  1. Coméntalo con todo el mundo, ya que hacerlo público reforzará tu compromiso.
  2. Si dudas entre varios métodos, elige siempre el más caro. La razón es sencilla: si has gastado una suma considerable, te lo pensarás mejor antes de echar por la borda tu inversión por un instante de debilidad.

Llegado el momento de dejar el tabaco, hay dos periodos bien diferenciados:

    • La primera fase de desintoxicación, que dura sólo unos días. En el comienzo conviene plantear objetivos a muy corto plazo: terminar el día sin fumar. Cada día libre de tabaco es un triunfo. Si sientes deseos muy intensos de fumar, respira hondo, mastica un chicle o un caramelo, y procura ocupar tu mente en el trabajo o en otra tarea. Piensa que ese deseo, esa ansiedad, durarán sólo unos instantes y disminuirán en frecuencia y en intensidad a la segunda o tercera semana. Puedes tomar un baño relajante. Es conveniente hidratarse bien: Agua, zumos o refrescos. Evita el alcohol y la cafeína porque suelen asociarse con el cigarrillo. No temas engordar un poco. Es lo habitual en esta primera fase. Quienes dejan de fumar suelen aumentar una media de dos a tres kilos el primer año. Más tarde tendrás tiempo para perderlos si lo consideras importante, pero en la primera fase lo fundamental es permanecer sin fumar a toda costa. Consulta con tu médico si la ansiedad o el insomnio adquieren un nivel que aconseje pedir ayuda.

    • La segunda fase de deshabituación se prolonga durante varios meses hasta los dos o tres primeros años. Los fumadores relacionan determinadas situaciones y actividades con el cigarrillo. Evítalas si puedes, y si no puedes, acostúmbrate a vivirlas sin tabaco. Lo mejor es que te costará cada vez menos esfuerzo, hasta que llegue el día en que ya no sientas deseos de fumar ni siquiera en los ambientes en que al principio te resultaba más duro.


Vive al día. Disfruta de las mejoras que paulatinamente irás experimentando en tu calidad de vida. Piensa en las ventajas que el no fumar te reportarán de forma creciente. Serás menos propenso que antes a padecer infecciones de vías respiratorias. Podrás volver a hacer ejercicio sin aquella sensación agónica que tenías cuando fumabas. Apreciarás sabores y olores que acaso ya no recordabas. Las rosas olerán a rosa, los besos sabrán a beso…
Procura ser feliz (esto es algo que yo aconsejo a menudo). Sin tabaco aumentan tu calidad y tu esperanza de vida. Sin tabaco se eleva tu autoestima: los días de duda quedaron atrás. Lo has conseguido, has vencido al tabaco, ya no eres débil. Estás en pie y en marcha. Nada te podrá parar.



 “Dejar de fumar es lo más fácil del mundo. Lo sé porque lo he hecho miles de veces”.  Mark Twain.

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