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domingo, 30 de agosto de 2015

JEAN HARLOW, LA RUBIA NÚMERO UNO


La voluptuosa Jean Harlow inauguró una larga lista de rubias platino hollywoodienses. Acaso no fue ni la mejor actriz ni siquiera la más atractiva de ellas, sin embargo, nadie podrá negarle el mérito de haber sido la primera.
A su llamativo físico unió una sucesión de escándalos y promiscuidad sexual que la convirtió en un sex-symbol de fama internacional. La Harlow no sólo encandiló a los espectadores, sino a la mayor parte de los hombres de la industria cinematográfica. Volvió loco a Clark Gable y a James Cagney, y trajo de cabeza a los productores y los ejecutivos de la Metro, firma que consiguió retenerla en exclusiva a base de un contrato fabuloso. Se copiaron sus vestidos, se imitaron sus peinados, y sus cejas dibujadas hicieron furor. Su nombre en las carteleras se convirtió en un seguro de negocio. Su prematura muerte agigantó aun más su leyenda.
Desde el blog del profe Bigotini os brindamos el enlace (haced clic en la foto) para admirar a la Harlow en una artística combinación de música e imágenes. Disfrutad unos minutos de su sensualidad y su recuerdo nostálgico.


Próxima entrega: Mae West


miércoles, 26 de agosto de 2015

TRIÁNGULOS ASOMBROSOS

Pues no. No vamos a hablar de infidelidades ni de cuernos, aunque hay que reconocer que algunos de los triángulos más asombrosos pueden encontrarse en este resbaladizo territorio. Pero no. Hoy nos ocuparemos de los triángulos de tres lados y tres ángulos, que lejos de ser aburridos, encierran en ocasiones verdaderos universos mágicos. En concreto los llamados triángulos pitagóricos (aquellos triángulos rectángulos cuyos lados tienen una longitud expresable mediante números enteros) constituyen una fuente inagotable de sorpresas matemáticas. Ya sabéis que el célebre teorema atribuido al sabio de Samos establece que en todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa (c) es igual a la suma de los cuadrados de los catetos (a y b). O también: a2 + b2 = c2. Investigaciones recientes apuntan a un origen aun más antiguo del teorema, puesto que pudo formularlo hacia el 800 a.C. el matemático hindú Baudhayana en el Baudhayana Sulba Sutra. También se cree que los triángulos pitagóricos eran ya conocidos por los antiguos babilonios.


El primer triángulo pitagórico cuyos tres lados son números enteros consecutivos es aquel cuyos catetos miden 3 y 4, y su hipotenusa 5. En este triángulo se cumple también que su perímetro, es decir, la suma de sus tres lados: 3 + 4 + 5 = 12, es el doble de su área: 6. El siguiente triángulo pitagórico que cumple esta condición es el 20-21-29. Las medidas cada vez van haciéndose mayores, hasta llegar al décimo de la serie: 27304196-27304197-38613965, que como podéis ver es ya de un tamaño considerable. El gran Pierre Fermat se propuso en 1643 encontrar un triángulo pitagórico cuyos tres lados fueran cuadrados perfectos. Por muy asombroso que os parezca, los tres números más pequeños que cumplen esta condición son:

1.061.652.239.520
4.565.486.027.761
4.687.298.610.289

Si esto os sorprende, sabed que el siguiente triángulo en cumplir los requisitos sería tan grande, que si tomáramos el pie como unidad de medida (unos 30 centímetros), el cateto más corto cubriría la distancia de la Tierra al Sol. ¿Impresionante, verdad?


El teorema de Pitágoras, sea quien fuere su autor original, es el principio matemático del que se han publicado más demostraciones. Clifford Pickover asegura que el libro de Elisha Scott Loomis sobre esta materia (Pythagorean Proposition) contiene nada menos que trescientas sesenta y siete demostraciones, y es muy posible que otras tantas o más circulen impresas o en la red. Por cierto que alguna de las que hemos tenido ocasión de curiosear, es por completo errónea. No creáis todo lo que leáis ni todo lo que escuchéis.
Y hablando de errores, en la película de 1939 El mago de Oz, el actor que interpretaba al espantapájaros recitó el teorema nada más conseguir un cerebro, para demostrar su sabiduría. El actor se confundió y lo recitó mal. Nadie se percató del error y dieron la toma por buena. El error se corrigió en los doblajes de la película a otros idiomas, pero al parecer (no he podido comprobarlo personalmente) en la versión original se mantiene la formulación errónea. El profe Bigotini es ya muy viejecito y también se confunde a menudo. Desde aquí os saluda un envío.

-Señora, lo siento mucho: su marido ha fallecido.
-Dios mío, ¿cómo ha podido ocurrir doctor?
-Bueno… me temo que estaba drogado…
-¿Drogado?, imposible doctor, mi marido nunca…
-Verá señora, me refiero a mí.



lunes, 24 de agosto de 2015

LEONIDAS ANDREIEV, UN HOMBRE ORIGINAL

Leonid Nikoláievich Andréyev es quizá el principal representante del expresionismo literario ruso. Nacido en Oryol en 1871, Andreiev estudió Derecho en Moscú y San Petersburgo, pero muy pronto abandonó las leyes para dedicarse de lleno a la escritura y el periodismo. Sus primeros relatos, publicados en el periódico El Mensajero de Moscú, impresionaron favorablemente a Máximo Gorki, que en la Rusia de fines del XIX era el escritor de moda y la mayor autoridad literaria. Gorki le animó a seguir escribiendo relatos, el género que Andreiev cultivó con más acierto, hasta el punto de convertirse en uno de los autores rusos más prolíficos de todos los tiempos. Su primera colección de relatos, aparecida en 1901, consiguió vender 250.000 ejemplares en un tiempo record y sin pasar las fronteras rusas. Todo un gran éxito.

Andreiev vivió de lleno la revolución, en la que se implicó de forma vehemente. Sin embargo, a diferencia de su mentor Gorki, no consiguió adaptarse al nuevo orden político y social bolchevique. Muy pronto sus recientes amigos comenzaron a mirarle con desconfianza, y no tardaron en manifestarle una abierta hostilidad. Ante esta situación, y temiendo seriamente por su vida, Leonidas Andreiev se exilió en Finlandia. Para sus correligionarios se convirtió en un renegado, mientras que en el mundo occidental se le consideraba un peligroso comunista. El resultado fue que Andreiev murió en un país extranjero, solo, pobre y olvidado. Su fallecimiento se produjo por una enfermedad cardiaca en 1919, cuando contaba 48 años.


Aunque sus inicios literarios transcurrieron dentro de lo que podría llamarse la tradición rusa, muy pronto derivó hacia el movimiento expresionista, que en esa época causaba furor en el resto de Europa. En su relato Los siete ahorcados, publicado en 1908, Andreiev sorprendió a crítica y público con un estilo nuevo en las letras rusas, a caballo entre el simbolismo y el expresionismo. Más tarde sus enemigos políticos calificarían su narrativa como simplemente excéntrica. En sus últimos años ya en Finlandia, se apartó de la ficción para dedicar su tiempo a escribir manifiestos que denunciaban los excesos bolcheviques. Tras su prematura muerte, su obra fue redescubierta en occidente, donde se han llevado al cine o adaptado al teatro y a la televisión muchas de sus narraciones. Andreiev ha visto revindicado su nombre y su talento en los escenarios de Broadway y hasta en el cine argentino.

 
Biblioteca Bigotini tiene hoy el placer de ofrecer a sus lectores una cuidada versión digital de su narración breve Un hombre original. Se trata de una pieza de las que mejor ejemplifican ese particular estilo de cuentista ruso reconvertido al expresionismo que Andreiev cultivó con tanta maestría como podrá comprobarse en su lectura. Haced clic en la portada y sumergíos en la sólida prosa, en la cuidada escenografía expresionista y en la originalidad del genial Andreiev Sin duda, un hombre de lo más original. Que la disfrutéis.

Una cita a ciegas puede convertirse en un cerdo con sombrero y un bolso de mujer. Groucho Marx.



miércoles, 19 de agosto de 2015

LA ASOMBROSA INMUNIDAD DE LOS INSECTOS

Estamos acostumbrados a recibir información acerca de las enfermedades que nos transmiten los insectos o aquellas en las que intervienen como vector. A nuestros ojos los insectos y en general los invertebrados, son seres pequeños, poco interesantes, y en muchas ocasiones molestos, por eso no solemos interesarnos por las enfermedades que les afectan. Cómo enferman los insectos y el resto de los “bichos”, es algo que habitualmente nos trae sin cuidado. Y sin embargo, cuanto más vamos conociendo acerca de las patologías de los invertebrados, y sobre todo, de las estrategias que adoptan para combatirlas, más y más nos asombramos de su extraordinaria eficacia.

La mayor parte de los insectos encuentran la muerte por causas que podrían calificarse de no naturales. Muchos son parasitados por otras especies de insectos, como en el caso de ciertas avispas que inoculan sus huevos en el interior del cuerpo de pulgones, para que sus larvas se nutran de los tejidos de sus víctimas. Algunas colonias de hormigas y otros insectos gregarios organizan auténticas expediciones de caza para capturar y devorar a sus prisioneros. Una legión de insectos e invertebrados sirve de alimento a reptiles, pájaros y pequeños mamíferos. Por último, son infinidad los que perecen a nuestras manos, abatidos por insecticidas, plaguicidas, o directamente aplastados cuando nos incomodan.


Cabe preguntarse si los insectos padecen como los animales vertebrados, infecciones bacterianas o causadas por otro tipo de microorganismos. La respuesta es sí. Naturalmente padecen infecciones, pero no llegan a afectarles como a nosotros, porque poseen un sistema inmunitario extraordinariamente eficaz. Según explica Deborah Kimbrell, profesora de Biología de la Universidad de Houston, cuando una bacteria penetra en una herida de un insecto, sus células sanguíneas (equivalentes a nuestros leucocitos) se movilizan con urgencia para rodear y digerir al invasor antes de darle tiempo a reproducirse. La mayor parte de los invertebrados poseen un órgano llamado cuerpo graso, en cierto modo equivalente al hígado de los mamíferos, que es capaz de producir grandes cantidades de proteínas antibacterianas que actúan contra la infección incipiente como lo haría un antibiótico.


Lo más curioso es que el mecanismo de respuesta inmunitaria de los insectos que se han investigado, resulta muy similar en esencia a nuestras propias estrategias inmunológicas. Esto constituye una prueba más de nuestros remotos orígenes comunes. En efecto, como ya hemos dicho aquí en otras ocasiones, vertebrados e invertebrados descendemos de un antepasado común, y en definitiva todos y cada uno de los seres vivos que conformamos la biomasa del planeta Tierra, nos hemos originado a partir de un único y remotísimo ancestro unicelular. En los últimos años entomólogos, inmunólogos, biólogos y genetistas están estudiando a la mosca Drosophila melanogaster, que entre la fauna invertebrada es la auténtica vedette de los laboratorios, al objeto de profundizar en el conocimiento de su asombrosamente eficaz sistema inmune, y en la esperanza de hallar soluciones prácticas a nuestros propios problemas.

Entre amigas:
-¿Qué me das por mi marido?
-Absolutamente nada.
-¡Trato hecho!



lunes, 17 de agosto de 2015

POLIBIO Y LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Nacido en Megalópolis hacia 200 a.C., Polibio era un griego notablemente romanizado. Tenemos derecho a considerarle el primer historiador realmente merecedor de ese título. A diferencia de sus antecesores, incluso del mismo Heródoto, a quien muchos consideran el padre de la Historia, Polibio fue el primero en incorporar a su tarea la veracidad y el rigor necesarios para poder considerarla una ciencia. Pionero en el análisis historiográfico, Polibio no se conformaba con haber leído los escritos clásicos o con haber escuchado rumores acerca de determinada nación. Comprobaba las fuentes, y siempre que era posible, viajaba a los diferentes territorios del Imperio, recogiendo testimonios de primera mano. En su obra, al margen de lo anecdótico que supone determinada narración de cualquier episodio, Polibio intenta explicar los hechos, analizando por ejemplo, las causas políticas, demográficas y culturales de la hegemonía romana en el ámbito mediterráneo. Junto con Tucídides, fue el primero en excluir la intervención divina de los acontecimientos históricos. Estas cualidades le convierten en pionero de la Historiografía, de la Teoría de la Historia, de las Ciencias Políticas e incluso de lo que ahora llamamos Relaciones Internacionales.

Comenzó su carrera como embajador de la Liga Aquea, y fue después elegido hiparca. A pesar de sus esfuerzos por mantener la neutralidad en las Guerras Macedónicas, los romanos lo hicieron su rehén, y en calidad de tal, Polibio permaneció con ellos diecisiete años. En ese tiempo, su amplia cultura y su trato distinguido le abrieron las puertas de la aristocracia de Roma. Lucio Emilio Paulo lo tomó como preceptor de sus hijos. Uno de aquellos hijos era nada menos que Escipión, que llegó a considerarle un segundo padre. Así que al amparo del poderoso Escipión, Polibio tuvo oportunidad de recorrer el Imperio.


Estuvo en África, siendo testigo de excepción de la Tercera Guerra Púnica y de la toma de Cartago. En Hispania vivió de cerca las Guerras Celtibéricas y pudo conocer a fondo su geografía y las costumbres de sus pobladores. A Polibio debemos la mayor parte de las noticias que han llegado hasta nosotros sobre los pueblos prerromanos de nuestra península. Su obra fundamental fue su extensa y prodigiosa Historia General, un tratado de cuarenta volúmenes que reunió la práctica totalidad de los conocimientos históricos de su tiempo.
Tras la muerte de Escipión, su valedor y protector, Polibio regresó a su Grecia natal, donde falleció hacia 118 a.C. a la entonces muy avanzada edad de ochenta y dos años. Si hemos de creer al Pseudo Luciano, uno de sus biógrafos, murió como consecuencia de una caída del caballo, lo que hablaría a favor de una vida plena y activa hasta el momento de su muerte. Desde el blog del profe Bigotini, y como apasionados de la Historia, vaya nuestro aplauso y nuestro homenaje a este Polibio, gran historiador, gran viajero, y hombre adelantado a su tiempo.

-Doctor, tengo tendencias suicidas, ¿qué me aconseja?
-Pagar por adelantado.




miércoles, 12 de agosto de 2015

BIGOTINI MOSQUETERO

El joven Bigotini era un chico de pueblo, de la Gascuña francesa concretamente. Los gascones vienen a ser en la práctica como los vascos del otro lado de los Pirineos. El apellido real de su familia era Bigoteaguirrechea, pero lo habían acortado porque en aquella Francia tan finolis de entonces, sonaba basto y pueblerino. El padre del muchacho había sido en sus buenos tiempos mosquetero del rey, así que para seguir la tradición familiar (la tradición es sagrada para cualquier vasco, sea de Euskalerría o de Melanesia), el chico tenía que ser también mosquetero a toda costa, aunque tuviera vocación de cantante de boleros o de representante de lencería. Su anciano padre le dio el mejor caballo que tenía, y con mucha ceremonia le hizo entrega de la vieja espada familiar, una reliquia que se exhibía en un lugar de honor del viejo caserío, y que sólo se empleaba para que su tía Izascun removiera sus sabrosas cuajadas.


Con su espada y su caballo partió el joven Bigotini hacia París, y al llegar a aquella gran ciudad exclamó: ¡Ahí va, la hostia!, en el tono admirativo que puede suponerse. Como iba algo distraído, tropezó con un tipo grandote, tuvieron más que palabras, y se retó con él a duelo. Al poco rato, tomando unos pinchos en una herricotaberna de Montparnasse (allí, como hablan en francés, las herricotabernas se llaman herricotabernes, pero vienen a ser lo mismo), discutió con un tío presumido, y también se retó a duelo con él. Más tarde tuvo lío con otro que parecía medio mariquita y que le soltó dos guantazos que apestaban a Chanel. No tuvo más remedio que retarse también con este.


Cuando llegó al lugar de la cita, se encontró con los tres duelistas, que resultaron ser mosqueteros del rey. El muchacho no se acobardó y les dijo: en lugar de uno en uno, si vendríais los tres a la vez, lo mismo me daría, pues. Ellos, que no habían entendido nada, se miraron, desenvainaron las espadas, y se fueron a por el chaval con ánimo de ensartarle como a una aceituna. Pero en estas aparecieron una docena de guardias del cardenal Richelieu, los matones del mandamás franchute de entonces, y claro, siendo ellos mosqueteros y el chico aspirante, se pusieron los cuatro de acuerdo para dar una lección a aquella manga de chulos. Entre los cuatro se las apañaron para dejar en ridículo a los guardias de Richelieu. Después se abrazaron, se hicieron amigos y se fueron de txiquitos a la parte vieja de París. Entre txiquito y txiquito, Athos (el tío presumido), Porthos (el tipo grandote) y Aramis Fuster (el mariquita que cuando no estaba de servicio, echaba las cartas), rebautizaron a Bigotini como Bigotignán. Se fueron a comer besugo al Orio, pero como andaban un poco justos de dinero, pidieron uno para todos, de ahí el famoso lema de los mosqueteros.


Bigotignán que era muy enamoradizo, se enamoró de una camarera. Sus padres al principio no pusieron buena cara, pero cuando les aclaró que se trataba de una camarera de la reina, admitieron que eso ya era otra cosa. Si sería camarera de un bar de copas, te daba dos hostias -le dijo su padre-, pero camarera de la reina es como cantinera en los sanmarciales de Irún, o así. Fue precisamente su novia la que pidió a Bigotignán y sus camaradas un favor. Debían recuperar un collar muy valioso, regalo del rey, que la reina había entregado a un play boy inglés con el que tuvo un desliz. El malvado Richelieu estaba al cabo de la calle del lío, y había organizado un sarao para que la reina tuviera que ponerse el collar. Como no lo tenía, Richelieu esperaba que el rey se cabreara, y se diera cuenta de que la reina era un pendón. Y es que al cardenal le gustaba mucho malmeter.

Athos, Porthos, Aramis y Bigotignán, se pusieron manos a la obra. Venciendo mil obstáculos, recuperaron la joya, y llegaron justo a tiempo para que la reina la luciera en el festejo. La reina, cuya honestidad había sido puesta en entredicho, pudo crecerse delante de su marido. ¿Qué te habías creído, gilipollas?, -le soltó. El rey quedó fatal en la Corte y tuvo que pedir disculpas. Luego se fue donde Richelieu hecho una furia, y le dijo: por tu culpa soy el hazmerreír de media Europa. Menudo gobernante estás tú hecho. Te voy a degradar a monaguillo por idiota. A nosotros nos parece una cosa corriente, pero dicho por un rey, en francés y con los dientes apretados de pura mala leche, acojona bastante. Así que el cardenal se quedó lívido, y los mosqueteros a cierta distancia le hicieron gestos de jódete, y le enseñaron los dedos tiesos, meándose de risa.


Después de este episodio, los tres mosqueteros, que ya eran cuatro, corrieron un sinfín de aventuras de capa y espada. Si tenéis curiosidad por conocerlas, hay un montón de libros y de películas donde se narran con todo lujo de detalles. El profe Bigotini no quiere proseguir por el momento, y me ruega que vaya concluyendo. Termino aquí pues el relato porque observo que acaba de abrir una caja de bombones, y temo que si no me doy prisa, sean todos para uno.

Ez zait gustatzen zezenak minigona jarri. (No me gusta que a los toros, te pongas la minifalda).



lunes, 10 de agosto de 2015

JEAN ARTHUR, ETERNAMENTE JOVEN



Había que ser muy buena para ser la favorita de Frank Capra, uno de los mejores directores de actrices de la historia cinematográfica. Jean Arthur lo era sin ninguna duda. Durante la década de los treinta esta cómica magnífica protagonizó algunas de las mejores películas. Fue inolvidable formando pareja con el joven Gary Cooper o con Jimmy Stewart, su caballero sin espada. En aquellas escenas corales de Capra, tan aficionado a recrear en la pantalla las redacciones de los diarios, Jean Arthur irrumpía como un torbellino con su melenita rubia y su determinación dibujada en el rostro. Arthur representó el espíritu de la joven democracia americana. Un símbolo para el mundo.
Lástima que no supo o no pudo envejecer bien. La Jean Arthur de los cuarenta no se adaptó a los papeles de heroína dramática que le propusieron. Simplemente cumplió en su rol de madre prendada del forastero en Raíces profundas, un filme construido alrededor de la figura emergente de Alan Ladd.
En esta entrega os brindamos el enlace para visionar un montaje musical sobre secuencias de esta leyenda del cine. Haced clic sobre la ilustración y recrearos un par de minutos con la eternamente joven Jean Arthur.

Próxima entrega: Jean Harlow



miércoles, 5 de agosto de 2015

VARSOVIA Y LAS HOJAS MUERTAS

El tren ha dejado atrás hace ya rato la boscosa Prusia oriental y la vieja, vieja Alemania. Sus raíles se extienden a lo largo de las interminables estepas de Silesia y Pomerania. Desde que cruzamos el Oder, manso y fronterizo, no vemos otra cosa que inmensos campos de trigo donde de vez en cuando, se alza tímidamente alguna casita solitaria. En menos de seis horas, y esta vez pacíficamente, haremos el camino que las ominosas tropas nazis hicieron en cuarenta y ocho. El profe Bigotini con su enorme nariz asomada al paisaje y sus bigotes azotados por el viento, escucha a todo volumen la cabalgata de las valquirias. Dentro de poco avistaremos Varsovia. No me extraña -confiesa-, que escuchando la música de Wagner, a Hitler le asaltara esa urgencia feroz por invadir Polonia.



Varsovia es una ciudad algo extraña, pero a la vez fascinante para el viajero curioso. Nada más llegar a su estación central, impresionan la retina los monstruosos edificios postguerristas. La arquitectura socialista de los cincuenta es exagerada y pétrea. Monstruosa y solemne. Tiene, como todas las obras de las dictaduras, su dosis de propaganda. Tiene también algo de asfixiante y sobrecogedor que produce el efecto de empequeñecer a las personas, convirtiéndolas en pulgas. Preside el paisaje urbano de Varsovia un gigante: el palacio de la cultura y de las ciencias, un regalo del camarada Stalin al pueblo polaco. Desde el piso trigésimo de su torre puntiaguda, un mirador permite contemplar la ciudad a vista de pájaro. Grandioso espectáculo. El edificio fue durante años la segunda construcción más alta de Europa, sólo superada por la famosa torre parisina. El taxista polaco señala el rascacielos con orgullo al paso por la avenida, y exclama no sin dificultad: ¡Stalin souvenir, mein her!


La mayor parte de la ciudad (nueve de cada diez edificios) resultó destruida durante la ocupación nazi, especialmente como consecuencia de las represalias por la heroica revuelta de 1944. Por lo tanto, Varsovia es una ciudad que en cierto modo puede calificarse de nueva. Hay dos Varsovias. Una socialista y desmesurada, de grandes avenidas arboladas, bordeadas de enormes edificios oficiales y ocasionales bloques de viviendas sociales tipo colmena, de las que tantos ejemplos vimos ya en Berlín. La otra Varsovia, más íntima y paseable, es la que reconstruyeron los polacos en los años setenta y ochenta junto al cauce del Vístula. Esta reinventada old town ha sido recientemente declarada patrimonio de la humanidad, y lo ha sido con razón. En la plaza del mercado, la vieja gran plaza de la antigua Varsovia, se alzan en hileras desiguales las casas medievales y renacentistas, apoyadas unas sobre las otras como un arquitectónico coro de borrachos. Nadie que no esté en el secreto sospecharía al verlas que la mayoría apenas tienen treinta años. Un tranquilo paseo a pie o en alguno de los tranvías y coches de caballos, hará que el viajero se familiarice con esta encantadora ciudad vieja. Tiendas de recuerdos, joyerías, licorerías y heladerías (no pueden dejar de probarse unos cucuruchos de helado increíblemente largos). Pero sobre todo cafés y restaurantes…


La gastronomía polaca es rica y variada. Probamos el célebre pato asado con compota de manzana (exquisito) y las diferentes variantes de cerdo y de cordero (las costillas guisadas resultan apasionantes). Son míticos los steak tartar servidos con su huevo y sus acompañamientos de rigor. También destacan las sopas y los preparados de setas en salsas, en cremas o de mil maneras. Un plato típico es el zurek, un pan grande vaciado y relleno de los caldos y los guisos más variopintos. Otro que puede alcanzar altos niveles de exquisitez son los pierogi, una especie de raviolis grandes como empanadillas, que se rellenan con carnes, verduras o quesos. Son una particular interpretación polaca de la cocina italiana, y se sirven muy especiados y con guarnición de chalotas confitadas.


En cuanto a los templos gastronómicos hay que destacar el Delicya Polska, frente a la basílica de Johan Pawel II, en la animada avenida que enlaza la ciudad nueva con la vieja. Es un local frecuentado por todos los famosos nacionales y algunos internacionales. Los camareros os ofrecerán una mesa en la terraza exterior. No os dejéis engañar. El comedor interior es lujoso y cálido, y está presidido por un carro de licores monumental, digno de figurar en el mobiliario de un palacio. También os fascinará el Fret@Porter, interesantísimo restaurante de cocina de autor en la calle Freta de la new town. Es un local íntimo de atmósfera decadente con velitas, artísticos centros florales y pianista incluido. A destacar una gelatina de pato y manzana, reinterpretación del plato estrella del país, una tabla de quesos digna de príncipes, unas costillas de cordero chef stile, y un sorprendente milhojas de pollo con mermelada que nos dejó con la boca abierta. El servicio es irreprochable, como por otra parte lo es en todos los establecimientos de Varsovia, incluidos los más humildes bares. En cuanto al comercio, los artículos que más pueden tentar al turista son las joyas de ámbar del Báltico engarzadas en plata, las inevitables muñequitas regionales, y las bebidas con alto contenido alcohólico, como el licor de miel o el vodka que según los polacos, es el mejor del mundo, naturalmente. No pudimos corroborarlo, porque desde el primer trago, la boca quedó completamente anestesiada.


Ocurre con Varsovia un poco lo mismo que con Berlín. Hay varias Varsovias diferentes. Está en primer lugar, o como primera impresión del visitante, la Varsovia roja de los cincuenta y los sesenta, con sus viviendas colmena y su arquitectura titubeando entre lo sobrio y lo ridículamente pretencioso. Enormes tiendas donde se exhibe (es dudoso que llegue a venderse) una colección de trastos pasados. Luego está ese aire un poco hortera que suelen tener muchos tipos del Este, como de chulitos de gimnasio, del que alardean algunos de los lugareños. Los nuevos vientos capitalistas han traído para algunos automóviles de lujo y ropa de marca, lo que no les impide tener la dentadura cariada y los calzoncillos sucios.


Por otro lado está la Varsovia católica. Diríase que casi integrista. La imagen del viejo Papa Wojtyla elevado a los altares se ve por todas partes y se venera a todas horas. Difícilmente podrán encontrarse tantos curas y monjas por metro cuadrado como en Polonia (salvo quizá en Roma). Los polacos son fervorosos católicos que se aferran a la fe romana como un naufrago a su tabla. Rodeados como están de protestantes y descreídos, en ese catolicismo integrista se apoya en parte su identidad nacional. Les ayuda a reafirmar su sagrada nación polaca eternamente amenazada, invadida y sojuzgada, que a pesar de las dificultades, resurge siempre victoriosa y libre.

El contrapunto a la Varsovia católica, es la Varsovia golfa del vodka de ochenta grados, el juego ilegal y la prostitución. Controladas por las mafias rusas, una legión de chicas de la calle se mueve en la noche varsoviana, yendo de los clubs a los hoteles, de los hoteles a las discotecas, y de las discotecas a los burdeles de los barrios del extrarradio libres de iglesias. Hay vida nocturna en Varsovia como no la hay en las grandes ciudades occidentales. Junto a Budapest y Amsterdam, Varsovia está a la cabeza del vergonzoso negocio de la carne humana.

Bigotini se despidió de Varsovia a bordo de un taxi a todo gas, camino del aeropuerto Frederika Chopina. Se despidió con el eco de los acordes de músicos callejeros en el recuerdo. Había una vez un enano llamado Manuel… entonaba una voz anciana y temblorosa mecida por el acordeón. Nostalgia y tristeza. Hay una melodía emblemática de la ciudad y universalmente conocida: las hojas muertas. Varsovia es en cierta forma, como esas hojas muertas que evoca la canción. Una parte importante de su espíritu está construida con nostalgias y recuerdos. Recuerdos que han volado como las hojas muertas. ¿Dónde quedó la Varsovia imperial? ¿Dónde la Varsovia hebrea? Era la principal judería del mundo y tras la masacre del 44 no quedó ni un judío con vida. Recorriendo el viejo gueto, sólo la solitaria y aislada sinagoga testimonia que alguna vez se encendieron allí las lamparillas del heptacandelabro. Camino del aeropuerto vemos a nuestro alrededor caer lentamente las hojas muertas, al tiempo que vemos terminar nuestro viaje con resignada tristeza.

Señorita, envíese un ramo de rosas rojas y escriba ‘te quiero’ al dorso de la cuenta. Groucho Marx.


domingo, 2 de agosto de 2015

ENRIQUE ANDERSON IMBERT. UN CUENTISTA EN EL EXILIO

A caballo entre el realismo mágico y la fantasía, entre García Márquez y Borges, encontramos a este argentino universal. Enrique Anderson Imbert nació en Córdoba en 1910. Escritor, ensayista, profesor y crítico literario, Anderson dominó sobre todo el relato breve, el cuento, genuina expresión literaria de la imaginación más desbordada. Estudió en Buenos Aires con maestros de la talla de Amado Nervo, Alejandro Korn o Pedro Henríquez Ureña. Enseñó en las universidades argentinas de Cuyo y de Tucumán, hasta que en 1947 fue destituido de su cátedra, perseguido y obligado a exiliarse por el régimen de Juan Domingo Perón. En Estados Unidos enseñó literatura hispánica en la Universidad de Michigan hasta 1965 y en la de Harvard hasta su jubilación en 1980. Sus veinte últimos años se repartieron entre su país de adopción y su patria natal. Sus ensayos sobre historia literaria hispanoamericana constituyen lectura obligada para quienes se interesen por ella. Ya en su edad madura, y sobre todo a partir de su jubilación como docente, Anderson se entregó a la ficción con inusitado fervor, siendo autor de algunos de los mejores relatos breves en lengua española.

En sus facetas de crítico literario e historiador de la literatura, Anderson Imbert se interesó por autores tan emblemáticos y a la vez tan dispares como Rubén Darío, George Bernard Shaw o Domingo Sarmiento, de cuya obra está considerado el principal especialista. Falleció en Buenos aires en el año 2000. Biblioteca Bigotini ofrece hoy a sus fieles seguidores una versión digital de su cuento El fantasma, uno de los más célebres y aplaudidos de los que forman parte de colecciones y antologías del autor. Haced clic en la portada y dejaos atrapar por la mágica prosa de este argentino universal que supo como nadie aportar ese impagable toque surrealista y fantástico que tan bien caracteriza a la literatura hispanoamericana del siglo veinte. Estoy seguro de que pasaréis un rato agradable con su lectura.

La democracia consiste en que llamen a la puerta de madrugada, y estés seguro de que es el lechero. Winston Churchill.