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jueves, 1 de septiembre de 2016

ANÁLISIS Y BIOSENSORES. AFINIDAD BIOMOLECULAR


Los biosensores son herramientas, métodos o dispositivos que permiten analizar biomoléculas en diferentes muestras de fluidos o tejidos, tales como sangre, orina, saliva, lágrimas, semen, líquido cefalorraquídeo, cabellos o células. Los especialistas en análisis clínicos establecen una serie de patrones de datos, basados en la observación de los pacientes, la estadística, la experiencia y diversos signos objetivables y/o cuantificables. Aparte de las múltiples pruebas analíticas, los biosensores que pueden hallarse en el mercado y nos resultan más familiares son los autoanalizadores de glucosa que utilizan muchos diabéticos, y los extendidos test de embarazo. Ambos permiten de forma tan sencilla que requiere un mínimo de entrenamiento, conocer datos cruciales como el índice de glucemia o los niveles hormonales que determinan la existencia o ausencia de embarazo, y todo ello sin necesidad de acudir a un centro sanitario o disponer de un complejo laboratorio.


Esquemáticamente cualquier biosensor consta de tres bloques bien diferenciados. En primer lugar está la superficie sensora, que recibe la muestra biológica depositada en ella, por ejemplo una gota de sangre o una pequeña cantidad de orina. A continuación hay un transductor, acaso la parte que exige una mayor complejidad técnica, que convertirá la información biológica en una señal química, eléctrica, lumínica... Por último está el dispositivo que recoge la señal propiamente dicha, y que a través de un lector numérico, una luz, un cambio de color o cualquier otro signo, podrá interpretar el médico o el mismo usuario.

El primer bloque, la superficie sensora, es muy importante. En él hay moléculas que literalmente son capaces de atrapar otras moléculas, mediante afinidades químicas. El mecanismo es el que habitualmente utilizan los enzimas en las reacciones que se producen normalmente en biología. Cada sustancia encaja a la perfección en una proteína determinada. Ella y sólo ella, puesto que es la única que posee la forma adecuada para acoplarse en el locus preciso de la proteína, tal como puede apreciarse en la ilustración. Entre otras fuerzas capaces de unir las moléculas, están las fuerzas iónicas. Las que tienen carga positiva buscan su encaje con la carga negativa con tendencia al enlace estable. Además las formas de ambas moléculas son, por así decir, complementarias.


Existe siempre el riesgo de que determinadas moléculas parecidas a las que se pretenden detectar, ocupen temporal o permanentemente el locus enzimático destinado a encajar. En estos casos podrían producirse falsos positivos, con lo que los resultados del análisis adolecen de escasa fiablilidad. Si los enzimas utilizados en la superficie sensora son inespecíficos, corremos el riesgo de que los resultados no sean todo lo fiables que sería deseable. Crecientemente se requiere para perfeccionar los métodos, que los sensores sean más específicos, es decir, sean capaces de diferenciar entre miles de parámetros distintos sin dar lugar a equívocos. Es imprescindible también que los biosensores sean muy reproducibles, o lo que es lo mismo, que midan siempre igual de bien, de manera que se produzca el mínimo numero posible de falsos positivos. En definitiva, el progresivo perfeccionamiento y mejora de los biosensores conducirá a una mayor eficacia en la detección y tratamiento de enfermedades y de diversos trastornos. La tendencia apunta a la creciente personalización de las pruebas, de tal forma que puedan diseñarse biosensores específicos no sólo para detectar la presencia de determinadas sustancias, sino para adaptarlos a las características individuales, a la bioquímica personal de cada paciente. El conocimiento de los genomas de cada persona contribuirá sin duda a este objetivo en un futuro que esperamos no sea demasiado lejano.


No parece descabellado pensar que llegará un día en que cada persona pueda disponer de un bioanalizador adaptado a sus características individuales. Con una gota de sangre podría obtenerse de esta forma una importante información sobre potenciales procesos patológicos, lo que facilitaría en gran medida su prevención y control.

Papá Noel perdió un reno y tuvo que someterse a diálisis. Padecía insuficiencia renal.



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